Al despedirse, Mons. Puiggari llamó a defender la vida y la familia
Mar del Plata (Buenos Aires), 24 Feb. 11 (AICA).- La catedral de los Santos Pedro y Cecilia desbordó de fieles que se ubicaron, incluso, hasta en las escalinatas del templo para participar de la última eucaristía de monseñor Juan Alberto Puiggari en la diócesis de Mar del Plata, previo a asumir como nuevo arzobispo de Paraná.
El prelado presidió la misa que fue concelebrada por más de cincuenta sacerdotes y a la que asistieron autoridades civiles, de las fuerzas armadas y de seguridad, empresarios locales, y miles de fieles marplatenses y de las ciudades de Miramar, Necochea, Lobería, Balcarce, Coronel Vidal, General Pirán, Vivoratá, Pinamar, Villa Gesell y General Madariaga.
Monseñor Puiggari recordó sus expectativas y asombro por el entusiasmo de la comunidad diocesana al llegar a Mar del Plata hace siete años y medio, y, haciendo suyas las palabras del extinto cardenal Eduardo Pironio, dijo: “Nunca pensé que iba a ser tan duro dejar la diócesis”.
“En estos días me han preguntado mucho ¿cuál es su balance?. Lo dejo en manos de Dios y de ustedes, sólo pretendo haber servido al Señor y a su Iglesia; y ante tanto cariño que ustedes me han demostrado en estos días, escucho con insistencia en mi corazón las palabras del Maestro: siervo inútil sólo has cumplido con tu deber”, señaló Puiggari.
Tras agradecer a Dios “por cada uno de ustedes, por cada hijo e hija de esta querida Diócesis, porque es mucho más lo que recibí que lo que pude dar”, repitió: “Gracias, muchas gracias. Me enseñaron a ser Obispo”.
Agradeció a los sacerdotes, diáconos, consagrados y laicos, además de mencionar a las autoridades políticas, judiciales, fuerzas armadas y de seguridad, cónsules y representantes.
También dedicó un momento a los jóvenes, una de sus principales atenciones pastorales, “en su lenguaje les digo, los quiero mucho; llevo en el corazón el canto de ustedes. No le fallen a Jesús, confíen en Él, Cristo no les saca nada a sus vidas jóvenes, al contrario las plenifica y les ayuda a ser verdaderamente libres y felices”.
Monseñor Puiggari pidió a todas las comunidades que trabajen mucho por la familia y defiendan la vida, “cuiden a los pobres y a los enfermos, a los que están solos, a los que no tienen fe, que el amor sea un signo distintivo de nuestra Iglesia. Pidan por la renovación constante de la Iglesia, en y por la Palabra de Dios, por los sacramentos, por el servicio a los hermanos a fin de ser signo creíble y palpable del amor de Dios por el mundo”.
Asimismo, instó a rezar por el nuevo obispo que vendrá, “que su llegada sea rápida y que exprese con nitidez el rostro del único Pastor que es Jesús. Recíbanlo con la misma fe y afecto que me recibieron a mí”, dijo con emoción.
Luego de su homilía, los presentes hicieron vibrar la catedral con un extendido aplauso, como signo de distinción a este pastor de la Iglesia católica.
Antes de concluir la misa, un matrimonio, una religiosa y el vicario general de la diócesis, monseñor Armando Ledesma, dirigieron unas palabras de despedida a quien fue hasta noviembre el quinto obispo de Mar del Plata. Posteriormente le entregaron un báculo, signo distintivo de los obispos, realizado por el orfebre Adrián Pallarols, como un recuerdo de su paso por esta diócesis.
Distinción del Concejo Deliberante
El Concejo Deliberante de General Pueyrredón distinguió a monseñor Puiggari durante una sesión especial en el recinto de deliberaciones, colmado de personas.
El presidente del organismo legislativo, Marcelo Artime, entregó la distinción y destacó “la calidad personal, calidez en el trato y prudencia” del prelado que dejará la diócesis.
“Esto ha hecho que siempre en Mar del Plata todos, desde los más humildes y necesitados hayan podido encontrar un refugio mas allá de su rol como Obispo sino gracias a estas atribuciones relacionadas con su persona”, subrayó.
Monseñor Puiggari agradeció la distinción y reconoció que “siempre me sentí escuchado y respetado sabiendo que no siempre compartíamos la fe y las posiciones. Esto mismo lo digo de todas las organizaciones intermedias y de los marplatenses en general. Lo veo como un reconocimiento al trabajo de la Iglesia en su ámbito específico pero que coincide con la búsqueda del bien común de todos”.
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