miércoles, 28 de octubre de 2015

El Estandarte de la Victoria contra los Males de Nuestra Época

El Estandarte de la Victoria contra los Males de Nuestra Época


Artículo basado en la magnífica obra de Péricles Capanema Ferreira y Melo, El estandarte de la victoria. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús y las necesidades de nuestra época, São Paulo 1998.


[FVN] La Divina Providencia no sólo suscita personas o instituciones para combatir los males de una época. También lo hace a través de formas de piedad, mociones espirituales y renovados deseos de perfección.

En los últimos siglos el mal creció en proporciones alarmantes, apartando a los individuos y a las sociedades de Dios. Pero junto con él creció también el culto al Sagrado Corazón. Fue ésta la devoción que más se difundió en la Iglesia y que recibió mayor estímulo del Magisterio Pontificio.
    
¿Qué relación hay entre los dos fenómenos?

El padre Jules Chevalier, en el prefacio de las Constituciones que escribió en 1891 para las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, recordó esta verdad: “La devoción al Sagrado Corazón de Jesús fue revelada por el propio Señor y recomendada por la Iglesia como un remedio eficaz contra los males del mundo de hoy” [Apud Bovenmars, en AA.VV., La espiritualidad del Corazón, Loyola, São Paulo 1988].

Por su parte, el Papa León XIII compara esta devoción con el emblema de la Santa Cruz que dio la victoria al emperador Constantino y significó el comienzo del triunfo del cristianismo sobre el paganismo.
    
«In Hoc Signo Vinces», fue la promesa hecha a los cristianos de entonces. La devoción al Sagrado Corazón es hoy el estandarte de la victoria y triunfo del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo.


El Sagrado Corazón y la devoción a la Madre de Dios

Pero, preguntará alguien, ¿no es la devoción al Inmaculado Corazón de María la que más específicamente marcará ese triunfo prometido en Fátima, por ejemplo?

Existe una íntima vinculación entre estas dos grandes devociones católicas: la del Sagrado Corazón de Jesús y la del Inmaculado Corazón de María. 

Los devotos del Sagrado Corazón de Jesús son de modo muy especial devotos de la Santísima Virgen María. Y recíprocamente. No podía ser de otro modo. Si María Santísima es medianera de todas las gracias, toda la devoción pasará por las manos de ella. Y, por otro lado, siendo Ella el camino más perfecto para llevarnos a Jesús, toda la verdadera devoción a Ella conducirá al Sagrado Corazón.

Santa Margarita María de Alacoque comprendió tan bien esta verdad que consideraba las dos devociones como una sola. Tenía el hábito de rezar esta jaculatoria: “Divino Corazón de Jesús, yo os adoro y os amo tal como vivís en el Corazón de María y os pido que viváis y reinéis en todos los corazones”.
    
Su confesor, San Claudio de la Colombière, indica el mismo camino: “Resolví no pedir nada a Dios, en ninguna oración a no ser por medio de María”.
    
Otros grandes devotos del Corazón de Jesús —como Santa Brígida, San Francisco de Sales y San Juan Eudes— se referían al Corazón de Jesús y María, en singular, para poner de relieve la perfecta unidad de sentimientos y disposiciones entre la Madre y el Hijo.
    
En Fátima, el día 13 de junio de 1917, la Santísima Virgen reveló a los tres pastorcitos su Corazón Inmaculado, ultrajado por los pecados de la humanidad y que imploraba reparación. 

Los Misioneros del Sagrado Corazón y las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón tienen como expresión clásica de sus institutos la bella fórmula que realza la misión de intercesora de la Madre de Dios: “Per Mariam ad Cor Iesu” – “Por María al Corazón de Jesús”.
    
Por eso mismo el Papa Pío XII exhorta: “Para que la devoción al augustísimo Corazón de Jesús produzca más copiosos frutos de bien en la familia cristiana y aún en toda la humanidad, procuren los fieles unir a ella la devoción al Inmaculado Corazón de la Madre de Dios” [Encíclica Haurietis Aquas, del 15 de mayo de 1956]. 
       
    
Fátima: El Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María

El movimiento universal de consagración al Sagrado Corazón de Jesús se complementó, en el siglo XX, con el movimiento de consagración al Inmaculado Corazón de María, pedido por Nuestra Señora en Fátima a los tres pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco.
    
Las apariciones fueron precedidas por las del Ángel de Portugal, en 1916, que les dijo: “Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de vuestras súplicas”.
    
Más adelante añadió: “Los corazones santísimos de Jesús y María tienen sobre vosotros designios de misericordia”.
    
La bienaventurada Jacinta, en su lecho de muerte, le dijo a Lucía: “Tú te quedas acá para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. El Corazón de Jesús quiere que, a su lado, se venere el Corazón de María”.
    
Muchos otros paralelismos entre las dos devociones muestran su íntima vinculación: los nueve primeros viernes y los cinco primeros sábados; el espíritu reparador que anima a ambas; el movimiento de consagración de la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús hecho por León XIII y el pedido de consagración de Rusia al Inmaculado Corazón hecho por Nuestra Señora en Fátima; y por fin la promesa del triunfo final: “Yo reinaré”, repetía Nuestro Señor continuamente a Santa Margarita María; y: “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará”, dijo Nuestra Señora en Fátima.







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