Laicos que no tengan vergüenza de fe cristiana en vida pública, pide el Papa Benedicto
FÁTIMA, 13 May. 10 (ACI).- Al dirigir su discurso a los Obispos de Portugal en la Casa Nuestra Señora del Carmen en Fátima, el Papa Benedicto XVI alentó a formar un laicado que no tenga vergüenza de su fe cristiana, anunciándola con libertad en la vida pública; e instó a promover y acompañar a los nuevos movimientos eclesiales que son un don para la Iglesia. El Santo Padre también animó a trabajar para que los sacerdotes sean fieles a su vocación y vivan con santidad su ministerio.
Tras agradecer las palabras del Obispo de Braga y Presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, Mons. Jorge Ferreira da Costa Ortiga, el Santo Padre alentó a los prelados a "ofrecer a cada fiel una iniciación cristiana exigente y fascinante, que comunique la integridad de la fe y la espiritualidad, radicada en el Evangelio y formadora de operadores libres en medio de la vida pública".
Benedicto XVI resaltó luego la necesidad que tienen los obispos de formar un laicado maduro, ya que en la esfera pública "no faltan los creyentes que se avergüenzan y que dan una mano al secularismo, constructor de una barrera a la inspiración cristiana". Por ello animó a generar "un vigoroso pensamiento católico, fiel al Magisterio" en cada uno de los laicos católicos alentados por "vuestra palabra luminosa, para que puedan vivir la libertad cristiana".
Ante esta tarea y el anhelo profundo de verdad que se constata en las personas actualmente, el Papa señaló la necesidad de "inculcar en todo agente evangelizador un verdadero ardor de santidad, consciente de que el resultado deriva sobre todo de la unión con Cristo y de la acción con Su Espíritu".
El Papa recordó la necesidad de contar con cristianos que testimonien con su vida el encuentro personal con Cristo, para que la fe católica se reintegre en la sociedad como su patrimonio común y más personas se sientan atraídas "hacia la gracia de Cristo, dando testimonio de Él".
Benedicto XVI se refirió luego a la primavera del Espíritu Santo en la Iglesia con los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades. "Gracias a los carismas, la radicalidad del Evangelio, el contenido objetivo de la fe, el flujo vivo de su tradición son comunicados de modo persuasivo y son acogidos como experiencias personales, como adhesión de la libertad al evento presente de Cristo", afirmó.
Son los obispos, continuó el Santo Padre "quienes deben garantizar la eclesialidad de los movimientos" acompañando a quienes han recibido los carismas y acogiendo "estos impulsos que son dones para la Iglesia que le confieren una nueva vitalidad". Asimismo es necesario "ayudar a los movimientos a encontrar el camino justo, haciendo las correcciones con comprensión: aquella compresión espiritual y humana que sabe unir guía, reconocimiento y una cierta apertura y disponibilidad a aceptar aprender".
Benedicto XVI exhortó luego a desarrollar la paternidad espiritual con los sacerdotes, a través también de la "autoridad como servicio al crecimiento de los otros".
"No se trata de un simple retorno al pasado, ni de un simple retorno a los orígenes, sino de una recuperación del fervor de los orígenes, del gozo del inicio de la experiencia cristiana, haciéndose acompañar por Cristo como los discípulos de Emaús en el día de Pascua, dejando que su palabra caliente el corazón (…) Así el fuego de la caridad será lo suficientemente ardiente para hacer que cada fiel cristiano sea un dispensador de luz y de vida en la Iglesia y entre los hombres".
El Papa también pidió a los obispos colaborar con otros países luso parlantes ante sus necesidades, especialmente en la lucha contra la pobreza, y resaltó que "sigue muy vivo en el país vuestro testimonio de profetas de la justicia y de la paz, defensores de los derechos inalienables de la personas, uniendo vuestra voz a la de los más débiles".
"Mientras os confío a la Virgen de Fátima, pidiéndole sosteneros maternalmente en los desafíos en los que están empeñados, para que sean promotores de una cultura y una espiritualidad de caridad y de paz, de esperanza y justicia, de fe y servicio, de corazón os imparto mi Bendición Apostólica, extendiéndola a vuestros familiares y a las comunidades diocesanas", concluyó.
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