jueves, 18 de marzo de 2010

Fe y Ciencia para llegar a la Verdad de Dios Amor - Benedicto XVI

Fe y Ciencia para llegar a la Verdad de Dios Amor
Benedicto XVI


El Santo Padre se refirió, en esta Catequesis, a algunos aspectos de la Doctrina de San Buenaventura de Bagnoregio, Doctor de la Iglesia [III].


VATICANO, 17 Mar. 10 (ACI).- En la Audiencia General de hoy miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI prosiguió su Catequesis sobre San Buenaventura de Bagnoregio y Santo Tomás de Aquino. Ambos, explicó, son un claro ejemplo de cómo se puede usar la fe y la razón, la fe y la ciencia para llegar a la Verdad, al conocimiento de Dios Amor.

El Santo Padre señaló que "ambos escrutaron los misterios de la Revelación, valorizando los recursos de la razón humana, ese fecundo diálogo entre fe y razón que caracteriza al Medioevo Cristiano, época de gran vivacidad intelectual, además de fe y renovación eclesial".

San Buenaventura, Franciscano, y Tomás, Dominico, pertenecían a las Órdenes Mendicantes, que "con su frescura espiritual renovaron en el siglo XIII la Iglesia entera y atrajeron a tantos seguidores". Y "ambos se preguntaban si la Teología era una ciencia práctica o teórica, especulativa".

"La conclusión de Santo Tomás es que la Teología es teórica porque quiere conocer a Dios cada vez más y es práctica porque trata de orientar nuestra vida hacia el bien. Pero hay un primado del conocimiento: sobre todo debemos conocer a Dios para actuar después como Dios establece. Esta primacía del conocimiento frente a la praxis es significativa para la orientación fundamental de Santo Tomás".

San Buenaventura, "amplía la alternativa entre teórica (primacía del conocimiento) y práctica (primado de la praxis), añadiendo un tercera actitud que llama sapiencial y afirmando que la sapiencia abraza ambos aspectos" porque "busca la contemplación, como la forma más elevada de conocimiento y su intención es sobre todo la de convertirnos al bien. Para San Buenaventura es esencial el primado del amor".

Así, Santo Tomás y San Buenaventura definen de manera distinta el destino último del ser humano, su felicidad plena. Para el primero, "el fin supremo es ver a Dios. Simplemente en ese acto de ver a Dios encuentran solución todos nuestros problemas: somos felices, no necesitamos nada más".

"Para Buenaventura, el destino último del ser humano es, en cambio, amar a Dios, el encuentro y la unión de su amor y del nuestro. En esa línea podríamos decir que la categoría más elevada para Santo Tomás es lo verdadero, mientras para Buenaventura es el bien. Pero sería equivocado ver en esas respuestas una contradicción. Ambos acentos han formado tradiciones y espiritualidades diversas y han demostrado así la fecundidad de la fe, una en la diversidad de su expresión".

Benedicto XVI recordó después la influencia que ejerció en Buenaventura el Pseudo Dionisio, Teólogo Sirio del siglo VI. "Mientras para San Agustín el intelecto, el ver con la razón y el corazón, es la última categoría del conocimiento, el Pseudo Dionisio afirma que «en la subida hacia Dios puede llegar un momento en que la razón ya no ve. Pero en la noche del intelecto el amor ve lo que es inaccesible para la razón»".

"En la noche oscura de la Cruz aparece toda la grandeza del amor divino, donde la razón ya no ve, ve el amor. Todo esto no es anti-intelectual ni anti-racional: presupone el camino de la razón, pero lo trasciende en el amor de Cristo crucificado". San Buenaventura abre así "una gran corriente mística que representa una cima en la historia del espíritu humano".

"Por lo tanto, toda nuestra vida es para San Buenaventura un itinerario, una escalada hacia Dios. Pero solo con nuestras fuerzas no podemos subir hacia la altura de Dios. Dios mismo tiene que ayudarnos, tiene que subirnos", concluyó el Papa.
 
 
[Nota de FVN: La pintura que abre este artículo es del gran Francisco de Zurbarán (1598-1664) y muestra la visita de Santo Tomás de Aquino a San Buenaventura].


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