José Arturo Quarracino
El sábado 8 de Agosto del 2020 un gran sector del Pueblo Argentino salió a las calles en la ciudad de Buenos Aires y en varias ciudades de las provincias argentinas para conmemorar el segundo aniversario de la victoria legislativa que echó por tierra las ambiciones criminales del Poder genocida internacional que pretende legalizar el asesinato prenatal.
[Imperium News / FVN] Hace 2 años, el 8 de agosto, el Senado argentino detuvo el intento de legalizar la pena de muerte prenatal (= aborto), proyecto que había sido aprobado previamente en la Cámara de Diputados el 14 de junio, después de una maratónica sesión y por una diferencia de 4 votos, que momentos antes de la votación cambiaron sospechosamente de su postura provida a la contraria.
El entonces presidente Mauricio Macri había habilitado la discusión de la posible legalización del proyecto, pero sin enviar un proyecto propio. Ese proyecto fue presentado e impulsado por organizaciones que conformaban una llamada “Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito”, entre las que se destacaban Casa FUSA, Fundación Huésped y la ong Católicas por el Derecho a Decidir, todas ellas subvencionadas por la multinacional abortista británica IPPF (International Planned Parenthood Federation / Federación Internacional de Paternidad Planificada), a su vez subsidiada anualmente en más de un 70% de su presupuesto por gobiernos de países desarrollados como Alemania, Australia, Corea del Sur, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Nueva Zelanda, Pakistán, Reino Unido de Gran Bretaña, Suecia, Suiza y la República Popular China, entre otros.
En el fondo, estaba en juego -y lo sigue estando- una verdadera batalla entre una política imperialista abortista, de carácter internacionalista, y la soberanía política-cultural del Pueblo y la Nación Argentina. Ese 8 de agosto de 2018 triunfó la Argentina.
Dado que todavía rige en el país el régimen de confinamiento domiciliario obligatorio, más riguroso sobre todo en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Buenos Aires, y las restricciones al desplazamiento y transporte masivo, una organización llamada Unidad Provida organizó una jornada a través de Facebook, informando sobre las manifestaciones celebratorias que hubo en todas las capitales de provincia y en otras numerosas ciudades, desde Salta y Jujuy hasta Tierra del Fuego, desde Mendoza a Córdoba, desde Misiones a Santa Fe, al igual que en varios municipios que rodean a la ciudad capital, el llamado conurbano.
En la ciudad de Buenos Aires, la organización Pro-Vida, presidida por el abogado Roberto Castellano, convocó y organizó unas semanas antes un “Congreso del Pueblo”, iniciativa a la que adhirieron organizaciones, dirigentes y militantes provida de distintos puntos del país: Sergio Alberto Benevento, Gustavo Luis Breide Obeid, Lucas Carena (Santa Fe), Carmen Carrizo (Salta), René Luis Castellón (Salta), Lucía Ezcurra (Neuquén), María Isabel García (La Pampa), Luis Igarzábal (Córdoba), Cristian Iglesias (Pcia. Buenos Aires), Carla Jaime (Santa Fe), Amílcar Maneiro (Córdoba), Karina Marolla, Federico Nazar Kosbo (Salta), José Posse, Lorena Romero (Córdoba), Andrés Suriani (Salta), Raúl Oller, Marcelo Di Marco, Mónica del Río, Rosario Romero Victorica, Aníbal Nasrala, Beatriz Muñoz, Fernando Alonso, José Canale (Pcia. Buenos Aires), Alicia La Valle (Pcia. Buenos Aires), Luis Ferreyra Viamonte (Córdoba), Francisco Helguera (Córdoba), Patricia Caseres (Salta), Mariana Bento (Salta), Ignacio Mayorga (Jujuy), Mariana Rodríguez Varela (Pcia. Buenos Aires), María Asunción Mazza, Nancy Martínez (Santiago del Estero), Enrique Marañón (Santiago del Estero), etc.
Una nueva épica que el pueblo argentino lleva a cabo contra la agresión del imperialismo abortista, que pretende imponer la legalización del asesinato prenatal en Argentina, para beneficio del Orden Mundial Liberal impulsado por el Poder ultraminoritario, pero poderosísimo, del Imperialismo Internacional del Dinero denunciado en 1931 por el papa Pío XI en su encíclica «Quadragessimo Anno».
Una épica que acompaña la noble batalla librada días atrás por el pueblo mexicano, que resistió el intento de imponer también en la Nación azteca la misma siniestra legalización.
Es una guerra a muerte contra los pueblos, ya no por riquezas ni por territorios. Una guerra de exterminio. Pero la Historia muestra y enseña que en el enfrentamiento de los Imperios contra los Pueblos, siempre triunfan éstos últimos, fundamentalmente porque cuentan con la protección del Dios Todopoderoso que gobierna el cielo y la tierra.
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