viernes, 8 de diciembre de 2017

Inmaculada Concepción de María [Incluye Video] - Mons. Héctor Aguer

Inmaculada Concepción de María 
[Incluye Video]
Mons. Héctor Aguer


Monseñor Aguer, Arzobispo de La Plata, Argentina, se refirió en el año 2012 al sentido auténtico de la Fiesta de la Inmaculada Concepción -que se celebra cada 8 de Diciembre-, en su reflexión televisiva semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor”. Publicamos a continuación el texto completo de su reflexión en nuestro Blog de Fraternidad de Vida Nueva. ¡Feliz día de la Inmaculada para todos nuestros lectores!


[FVN] El 8 de Diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, es una fecha tradicionalmente asociada a la Primera Comunión de los niños. Pero tendríamos que fijarnos expresamente que significa ese título que le damos a Nuestra Señora.
     
Entre paréntesis digo: cuando la Virgen Santísima, en 1858, se apareció en la gruta de Massabielle, a Bernadette Soubirous –a Santa Bernardita–, se identificó a sí misma como la Inmaculada Concepción. Le dijo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
     
Ahora bien: ¿a qué se refiere ese título de la Virgen y la verdad católica que ese título encierra? Hago este planteo porque me parece que muchos católicos confunden las cosas y piensan que cuando hablamos de la Inmaculada Concepción de María nos estamos refiriendo al modo como Ella concibió a su Hijo, a Jesús, es decir virginalmente. O que se refiere ese título de un modo genérico a la Perpetua Virginidad de la Madre de Dios. No es así.
     
Inmaculada Concepción de María quiere decir esto: que desde el primer instante de su existencia personal –es decir desde su concepción por sus padres–, la Santísima Virgen no tuvo pecado original. Es decir, fue preservada en atención y en previsión de los méritos de Cristo Redentor de toda mancha de pecado original. Por eso Ella es la llena de Gracia, desde el principio de su existencia.

Cuando el Ángel Gabriel le anuncia que va a ser la Madre del Mesías, la saluda diciéndole llena de Gracia. El nombre que le da es ese. La expresión bíblica llena de Gracia se explica dogmáticamente diciendo que la Virgen Santísima desde el comienzo de su existencia personal no tuvo nada que ver con el pecado, no estuvo bajo la sombra, bajo la impronta, de aquello con lo cual todos nacemos y que en la doctrina católica se llama “el pecado original”.

¿Es un privilegio? Sí es un privilegio, pero que no la exime a María de recibir la Gracia de la Redención de Cristo. Al contrario, cuando el Papa Pío IX definió como Dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen dijo que Ella había sido Redimida de un modo más pleno, de un modo más profundo. Es decir, anticipadamente. “De un modo más sublime”, dice exactamente el texto de la Bula Pontificia.
     
Ella es, entonces, la primera en el orden de la Redención. ¿Y por qué se le habrá ocurrido esto a Dios Nuestro Señor? Pues porque ese es el punto de llegada de un largo proceso de preparación de la humanidad para que surgiera el Redentor. El Antiguo Testamento es como un documento de esa lenta preparación y purificación de la fe y de la vida moral del pueblo de Dios, del pueblo de Israel, que despunta finalmente en la Virgen Santísima para que el Redentor nazca, brote de una tierra totalmente pura. Es como si dijéramos [que es] un nuevo paraíso que Dios hace en el mundo para que de allí surja el nuevo Adán.

Ahora bien, la Gracia por la cual la Virgen es la Inmaculada, es Gracia de Redención. Aquello que habían perdido nuestros primeros padres al comienzo de la historia sagrada de la humanidad lo recupera la Santísima Virgen en atención a los méritos de Cristo.

Ahora bien, además de sugerirnos esta verdad católica nuestra especial devoción y admiración a la Santísima Virgen, tiene una consecuencia para el modo de plantear nosotros la vida y que yo creo que es actualísima. Es decir si solo la Virgen María fue concebida sin pecado original quiere decir que todos los demás, todas las demás personas humanas, hemos nacido con esa impronta, con ese estigma.

Y subrayo esto porque una vieja herejía que se ha renovado en errores modernos, sobre todo a partir del siglo XVIII, piensa que el hombre es bueno, que su libertad está intacta. En todo caso, como decía Rousseau, el hombre nace bueno, es la sociedad la que lo corrompe. Pero ¿quién hace una sociedad corrompida? El hombre, que primero se ha apartado de Dios por el pecado.

Frecuentemente, para definir de algún modo desde el punto de vista ético y espiritual las injusticias que reinan en la sociedad, se dice que se han implantado en la sociedad estructuras de pecado. Pero esas estructuras de pecado: ¿de dónde proceden? De la malicia de los hombres que cometen esas injusticias, y que luego se convierten en hechos, en fenómenos culturales.
     
¿Y cómo se resuelven o superan esas estructuras de pecado?: por la conversión. Por la conversión de las voluntades torcidas de los hombres, que tienen que ajustarse a la voluntad de Dios, que quiere nuestro bien.
     
Entonces también el Dogma de la Inmaculada Concepción de María nos recuerda que nosotros necesitamos de la Gracia que nos convierta y nos purifique. Eso comienza a ocurrir en nosotros en nuestro Bautismo y a lo largo de toda nuestra vida tenemos la oportunidad de ir creciendo en la Gracia bautismal, rechazando el pecado, haciéndonos más plegables a la voluntad de Dios, creciendo en santidad.
     
Ella, la Virgen María, es como el modelo al cual nosotros debemos llegar. Con Ella comenzó ya en la tierra a desarrollarse la Redención de un modo concreto ante la venida de Cristo. Pero nosotros vamos a llegar a ese fin, a esa meta, y aspiramos a ello. La Virgen Inmaculada es entonces también el horizonte de nuestra esperanza y de nuestra alegría. Esto justifica que celebremos como corresponde la fiesta de la Inmaculada Concepción.


+ Mons. Héctor Aguer
Arzobispo de La Plata
[8 Diciembre 2012]



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Inmaculada Concepción de María
Mons. Héctor Aguer
https://www.youtube.com/watch?v=6hUaXNraB0I





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