¿Ha Tenido Usted una Experiencia de Encuentro Personal con Jesús?
[Segunda Parte]
Pedro Luis Llera
Si no conocemos a Cristo y sus enseñanzas, corremos el riesgo de ser engañados por el Padre de la Mentira.
Continuemos con la cuestión del “Encuentro Personal con Jesús” que comenzábamos hace unos días.
Empecemos con un breve cuento
José tenía problemas matrimoniales. Estaba pensando en separarse de su mujer y cambiar de vida. Pero no lo tenía claro. Y un compañero de trabajo le recomendó que fuera a hablar con un tal Ángel, un Padre que tenía mucha experiencia ayudando en situaciones como la que estaba sufriendo José.
A José le dieron una dirección y se plantó en una cafetería donde Ángel solía parar habitualmente. El problema era que no conocía al tal Ángel. Ni sabía cuál era su aspecto, ni cómo era su cara; ni tenía la más remota idea de las opiniones que tenía aquel señor sobre el matrimonio, ni nada de nada…
El caso es que José entró por la puerta del local, vio a un señor apoyado en la barra y le preguntó si se llamaba Ángel.
– Sí, así me llamo – le contestó aquel señor.
– Y es usted padre, ¿Verdad?
– Pues sí… tengo tres hijos… ¿Por qué me lo pregunta?
Y ni corto ni perezoso, José le contó cuál era su situación y cuáles sus preocupaciones, ante la cara curiosa de aquel señor. Cuando terminó de contarle su vida y milagros, aquel señor, aquel Ángel, le aconsejó:
– Yo le diré lo qué tiene que hacer. Soy propietario de un burdel. Lo mejor es que vaya usted a mi local, que se tome unas copas y que se dé una alegría con alguna de las chicas. Y luego vuelva a casa, recoja sus cosas y abandone a su mujer y a sus hijos.
– Pues no es mala solución… Tal vez tenga usted razón – replicó José.
A los pocos días, el compañero de trabajo de José le preguntó cómo seguían las cosas con su mujer y si había ido a pedir consejo al Padre Ángel.
– Sí que fui a hablar con Ángel, sí… Y le hice caso… Me dijo que me fuera de putas y abandonara a mi mujer y a mis hijos… Y le hice caso. Gracias por el consejo.
– ¡¿Cómo?! ¡Imposible! El Padre Ángel nunca te habría recomendado esas barbaridades… Es un Sacerdote santo y no te habría aconsejado nunca pecar.
– Pues yo fui donde me dijiste y le pregunté a un señor si se llamaba Ángel y si era padre y luego le conté mis problemas, le pedí consejo… Y le hice caso…
Moraleja
Hay ángeles y hay demonios. Unos hablan de parte de Dios y otros de parte de Satanás: los demonios son ángeles caídos. Y tenemos que aprender a distinguir a unos de otros. Si no conoces a Dios, si no conoces su Palabra, sus Mandamientos; si no conoces la santa Doctrina de la Iglesia, no sabrás distinguir si el Encuentro Personal ha sido con el Señor o con Satanás.
Por eso, antes de hablar de Encuentros Personales con Jesús, hay que saber qué dice Jesús, qué nos pide, cómo quiere que vivamos: tenemos que conocer la doctrina y la moral de la Iglesia. Si no lo conocemos, si no sabemos cómo es… ¿Cómo vamos a Encontrarnos con Él? ¿Cómo vamos a ser capaces de discernir si quien nos está hablando, si quien nos está aconsejando es Dios o el mismísimo Demonio…?
Si un ángel te pide que cumplas los Mandamientos, es que te habla en nombre de Dios. Si un ángel te dice que cometas adulterio, es que, efectivamente, es un enviado de Satanás. Pero para poder discernir, hay que tener criterios. Y el criterio por antonomasia es el conocimiento de la sana Doctrina de la Iglesia.
Al final de la película «Silencio», de Scorsese, una voz en off nos sugiere que Jesús se dirige al P. Sebastián y le dice: “Adelante. ¡Vamos! No pasa nada. Písame. Entiendo tu dolor. Yo nací en este mundo para compartir el dolor de los hombres. Cargué con esta cruz por tu dolor. Tu vida ya está conmigo. ¡Pisa!”.
¿Dios puede pedirle a un hombre, a un bautizado, que apostate, que lo niegue, que lo pise, que lo desprecie? Rotundamente, no. Esa voz, que aparentemente se nos presenta como la de Cristo, en realidad es la de Satanás. Es Lucifer quien quiere que neguemos a Dios, que renunciemos a Él para evitar el martirio. Pero me temo que el protagonista de la película no es capaz de discernir nada. Y el director de la película y sus asesores, menos aún…
Dice el Señor: “Todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10, 32-33).
¿Queda claro? ¿Piensan ustedes que el Señor puede cambiar de opinión y negar ahora lo que afirmó en su predicación durante su vida pública y está recogido en sus Evangelios? ¿Lo cree usted? ¿Cree que la verdad que valía en el siglo I ya no vale en el XXI y que hay que actualizar el mensaje de Jesús a los tiempos modernos? ¿Sí?
Pues es usted un modernista, un hereje. Y se va a condenar usted si no se arrepiente.
Dios no se muda: no cambia de opinión, no evoluciona… Está fuera de las coordenadas espacio-temporales: Dios es el Señor y suya es la gloria por los siglos de los siglos. La Palabra de Dios vale igual ahora que hace mil años o dos mil. La Doctrina católica, la Moral católica no cambia, no evoluciona con los tiempos. Es igual ayer, hoy y mañana.
Cuando oyes expresiones como “eso era pecado antes… Ahora ya no es pecado…”, yo no sé si reírme o llorar ante semejante barbaridad.
Por eso, si no conocemos a Cristo y sus enseñanzas, corremos el riesgo de ser engañados por el Padre de la Mentira.
Primero Catequesis (conocer la santa Doctrina), luego Encuentro con el Señor: Bautismo, Confesión Sacramental, Comunión Eucarística, Confirmación… Así ha procedido siempre la Iglesia con sus catecúmenos. En ese orden y nunca a la inversa (salvo intervención extraordinaria del Altísimo, que para eso Dios es Dios y lo puede todo).
¿Estoy en contra de que tengamos “Encuentros Personales” con el Señor? Claro que no… Faltaría más… Al contario. Estoy completamente a favor. Pero con el Señor, con Cristo: con la Verdad. No con cualquiera ni de cualquier modo: no con el falso Jesús que presentan esos estafadores que se hacen pasar por profetas de Cristo, obviamente falsos, para adulterar su Palabra y su Verdad, como pasa hoy en día con los modernistas. El Catecismo deja claro dónde nos podemos encontrar con el Señor:
1373 «“Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros” (Rm 8, 34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia (cf. LG 48): en su Palabra, en la oración de su Iglesia, “allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre” (Mt 18, 20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mt 25, 31-46), en los Sacramentos de los que Él es autor, en el Sacrificio de la Misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas” (SC 7)».
¿Queda claro?
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