«Tú eres Pedro»
Día de la Cátedra de San Pedro
Mons. Fernando Sebastián Aguilar
Publicamos una carta de monseñor Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, escrita el 30 de junio del año 2007 en versión adaptada por el día de la Cátedra de San Pedro (22 de Febrero). La oración del final es anónima pero representa el sentir de nuestra «Fraternidad de Vida Nueva».
En estos tiempos los cristianos necesitamos tener una idea clara de la función de Pedro y de sus sucesores en la constitución de la Iglesia y en nuestra vida personal de fe. El Obispo de Roma es el sucesor de Pedro, el Apóstol a quien Jesús eligió para ser el apoyo firme de la fe y de la vida religiosa de sus discípulos. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16, 18-19). “He rezado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando estés fuerte confirma a tus hermanos” (Lc 22, 31). “Si me quieres cuida de mi rebaño” (Cf. Jn 21, 17). Los Apóstoles reconocieron a Pedro la función de la presidencia de todos ellos. Cuando Jesús subió al Cielo, Pedro presidía la vida y las actividades de los Doce.
En la tarea de anunciar el evangelio, Pedro pasó de Jerusalén a Antioquia, en Asia Menor, y luego de Antioquia a Roma. Roma era el centro del mundo conocido. Situarse en Roma era una manera de manifestar la universalidad del evangelio de Jesús y de impulsar la difusión de la fe cristiana por toda la amplitud del mundo.
Hay testimonios muy antiguos de que los Obispos de todo el mundo se sentían vinculados a la tradición cristiana de Roma. La huella de Pedro ha dado a la Iglesia de Roma ese papel de ser referencia para todas las demás Iglesias, garantía de la autenticidad y de la unidad católica de la fe y de la vida de todos los cristianos.
Ahora, para creer en Jesucristo de verdad y ajustar nuestra vida a las enseñanzas de su evangelio, no basta con creer cada uno a su manera. Hay que creer con la fe de los Apóstoles, la única que descansa directamente en la palabra y en la vida de Jesús. La comunión con el sucesor de Pedro, la unión espiritual con la fe de la Iglesia universal, expresada por el magisterio del Papa, garantiza la autenticidad de nuestra fe personal y el contacto real de nuestra vida personal con la vida y el espíritu de Jesús resucitado. El ministerio del Papa es un servicio a la unidad de la Iglesia y a la autenticidad de la fe personal de todos los cristianos católicos. Sólo juntos podemos estar de verdad con Cristo, que es el Señor de todos.
Con su magisterio el Papa nos ayuda a ver con claridad lo que tenemos que pensar sobre las cuestiones de nuestro mundo, y nos garantiza la posibilidad de vivir hoy como verdaderos discípulos de Jesús, unidos a El en la tradición y la comunidad de su Iglesia. Gracias a este ministerio, hoy, por medio de la Iglesia, Cristo es el verdadero pastor y guardián de nuestras almas, al que seguimos de cerca, con fidelidad, amor y alegría.
Hoy, el Papa Benedicto XVI ejerce esta función de ser el punto de referencia de todos los cristianos católicos, él anuncia con autoridad y sencillez el evangelio de Jesús al mundo entero. El cuenta con la ayuda de Jesús para fortalecer la fe de los cristianos y para hacer brillar el camino de la verdad y de la salvación en nuestro mundo. Anuncia y explica el evangelio de Jesús, relacionándolo con las cuestiones más vivas de nuestro mundo, con extraordinaria sencillez y firmeza. A la vez, en sus formas y en sus gestos se muestra extraordinariamente humano, amable, respetuoso, acogedor.
Los católicos […] queremos acoger y apoyar el ministerio del Papa en nombre de Cristo y para el bien del mundo. Por eso: Oramos por el Papa y por sus intenciones. […] Tratamos de conocer los escritos y las exhortaciones del Papa para fortalecer la fe y crecer en nuestra vida cristiana. Que el Señor bendiga a nuestro Papa y nos bendiga a todos en la unidad y la comunión de la Iglesia apostólica y católica.
+ Fernando Sebastián Aguilar,
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela
[Adaptación: Cristian Ulises Rodríguez Iglesias]
* * *
ORACIÓN POR EL PAPA BENEDICTO XVI
Oh Jesús Misericordioso, único Señor y Salvador, Rey y Señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi adhesión incondicional a tu Vicario en la tierra, el Papa.
En él Tú has querido mostrarnos el camino seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación, la inquietud y el desasosiego de este tiempo contracultural.
Creo firmemente que por medio de él Tú nos gobiernas, enseñas y santificas, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica.
Concédeme la gracia de amar, vivir y propagar como hijo fiel sus enseñanzas.
Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su espíritu, defiéndelo de las calumnias y de la maldad.
Aplaca los vientos erosivos de la infidelidad y la desobediencia, y concédenos que, en torno a él, tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea así el instrumento de Tu redención.
Amén.
[Anónima. Adaptación: Cristian Ulises Rodríguez Iglesias]
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