Dictada por Nuestro Señor Jesucristo a Santa Faustina Kowalska
Para iniciarse el Viernes Santo a las 3:00 p.m.
[Incluye Videos con la Coronilla a la Divina Misericordia Cantada, Rezada desde toda América y de los Niños al final de este Post]
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A modo de preparación para la Fiesta de la Divina Misericordia, Nuestro Señor pidió a Santa Faustina Kowalska (1905-1938) que hiciera una Novena de Oración -la palabra “Novena” se refiere al número nueve-, que se inicia el Viernes Santo y dura nueve días.
En esta Novena están contenidas las palabras llenas de amor y misericordia que Nuestro Señor Jesucristo dictó a Santa Faustina, pidiéndole que cada día le llevara un grupo de almas a su corazón: “«Deseo que durante esos nueve días lleves a las almas a la Fuente de Mi Misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte. Cada día traerás a Mi Corazón a un grupo diferente de almas y la sumergirás en este mar de Mi Misericordia. Y a todas estas almas Yo las introduciré en la casa de Mi Padre. Lo harás en esta vida y en la vida futura. Y no rehusaré nada a ningún alma que traerás a la Fuente de Mi Misericordia. Cada día pedirás a Mi Padre las gracias para estas almas por Mi amarga Pasión». Contesté: «Jesús, no sé cómo hacer esta novena y qué almas introducir primero en Tu muy misericordioso Corazón». Y Jesús me contestó que me diría, día por día, qué almas debía introducir en Su Corazón” (Diario, 1209).
Efectivamente, el Señor dio a Santa Faustina para cada uno de estos nueve días una intención diferente: toda la humanidad, especialmente los pecadores; las almas de los sacerdotes y los religiosos; todas las almas devotas y fieles; aquellos que no creen en Dios y aquellos que todavía no conocen a Jesús; las almas de los hermanos separados; las almas mansas y humildes, y las almas de los niños pequeños; las almas que veneran y glorifican especialmente Su misericordia; las almas que están retenidas en el Purgatorio; y, finalmente, las almas tibias.
Resulta superfluo recalcar la importancia inconmensurable de este rezo, querido explícitamente por Nuestro Señor Jesucristo. Las almas de oración gustan de utilizarlo como Novena Perpetua, rezándola diariamente, para lo cual, bastan sólo unos pocos minutos diarios.
Nuestro Señor, en su Misericordia sin límites, prometió a quien rezare esta Novena, a partir del Viernes Santo hasta el Primer Domingo después de Pascua (9 días) y que en ese día Confesare y Comulgare con las debidas disposiciones, que obtendría no sólo el perdón de los pecados, sino también “el perdón de todas las penas merecidas por sus pecados y que deberían pagar en la otra vida”. Para obtener este beneficio en su totalidad, es necesario, además, al confesarse, arrepentirse de los pecados veniales no confesados, de los de omisión, y aún de los que, sin intención, fueron causa de pecado o escándalo para otros.